El sistema inmunológico, para hacer un buen trabajo, debe comunicarse eficazmente con los sistemas nervioso y endocrino para destruir sólo el invasor y reparar sólo los tejidos propios. Las células inmunitarias, no sólo viven en las paredes de nuestros pulmones o intestinos, en la piel y en todas las membranas mucosas, también viajan por todo el cuerpo para responder a cualquiera de sus necesidades.
¿Cómo puede cambiar la manera en que trabaja nuestro sistema la sensación de estar de centrada o ahogada emocionalmente?
Primero como lo explica Candance Pert (en su libro “Molecules of Emotion: Why you feel the way you feel”), los neuropéptidos qué transportan pensamientos y emociones por el cuerpo controlan también el rumbo y la migración de los leucocitos que destruyen los organismos portadores de enfermedad. Éstos mismos neuropéptidos se unen a los receptores de sus células de la misma manera en que lo hacen los virus. Por ejemplo el reovirus (el que causa la gripe) se une a los mismos receptores que la norepinefrina, que produce su cuerpo cuando se siente feliz y lleno de energía. Pero si el virus no puede encontrar una célula anfitriona en la que pueda reproducirse, no puede causar ningún daño.
Segundo, las células inmunitarias no sólo aparecen para responder a los neuropéptidos del cerebro, sino que también producen algunos por su cuenta. Como lo comenta Edward Blalock, un inmunólogo de la Universidad de Texas: “ no existe estado de ánimo que no refleje un estado del sistema inmunológico”.
Todo el mundo está familiarizado con lo que los científicos llaman la respuesta de “lucha o huida”. Si alguna vez se ha bajado de la acera y le ha faltado poco para ser arrollado por un coche, sabe a qué se parece esta respuesta: mientras su adrenalina aumenta, su presión arterial sube y el corazón late de manera desbocada, suda como una loca, su mente tiene una hiperalerta y su respiración es superficial y rápida. Para aportar tanta fuerza cómo es posible al sistema nervioso simpático (el que controla esta respuesta) de manera qué pueda reaccionar rápida y eficientemente, su cuerpo desvía energía de su sistemas digestivo, reproductor e inmunitario, reduciéndolos a un nivel mínimo de mantenimiento.
Una vez que entiende que está fuera de peligro empieza a calmarse y su sistema nervioso vuelve a la normalidad. Sin embargo, personas que están estresadas sienten constantemente la amenaza de la presión externa, no dan a sus sistemas la oportunidad de calmarse y volver a un estado equilibrado. Se quedan hiperalertas. Sus glándulas suprarrenales se agotan por el constante bombeo de adrenalina en el cuerpo; sus sistemas digestivos e inmunológicos se vuelven lentos, y los neurotransmisores que entregan los mensajes de bienestar están faltando seriamente. Si todo sigue así, la vigilancia inmunológica puede desconectarse, provocando una apertura para que entren los virus y las bacterias oportunistas en el cuerpo.
La vida de estos días, en que existen desafíos sin precedentes en el mundo externo- pesticidas, contaminación, radiación, comida procesada, drogas prescritas o de diversión- bombardea su cuerpo y puede poner demasiado a prueba su sistema inmunológico.
Se observado que la carencia de sueño es sólo perjudicial para el sistema inmunológico a causa de la tensión constante. Según la investigación de la fundación nacional para el sueño, el sueño profundo permite al sistema inmunológico que se reponga y en particular que aumente la producción de prolactina e interleukina-1 , Dos hormonas responsables de mejorar la función inmunitaria. Otras observaciones sugieren que la falta de sueño retrasa la fagocitosis (destrucción de los organismos invasores) e impide la producción de linfocitos.
En esencia, su cuerpo físico recibe señales de su ser emocional que le dice “todo está bien, se feliz y saludable”, o
“no puedo hacer frente a esto; estoy en peligro de perderlo todo”. Éstas señales pueden ser tan sutiles como tomar una lenta y profunda respiración (todo está bien) o cómo apretar las mandíbulas (señal de peligro), o tan manifiesto como estar locamente enamorada de alguien o desconsolada por la muerte de un ser querido. La señales de bienestar permiten que sus células inmunitarias circulen con libertad; indicaciones de estrés o peligro sacan los recursos corporales del sistema inmunológico para pasarlos al sistema nervioso simpático, que haces sonar la alarma de lucha o huida.
“El libro del yoga y de la salud para la mujer” Linda Sparrowe, Patricia Walden